El origen del mosaico hidráulico lo encontramos a finales del siglo XIX, cuando se consideraba una alternativa a la piedra natural que se utilizaba en esos momentos. Las piezas de mosaico hidráulico se realizan utilizando unos moldes con separadores metálicos, que se rellenan de cemento tintado de distintos colores. Sobre esta mezcla se añaden unos 2 cm. de cemento y se compacta con unas prensas hidráulicas (de ahí el nombre de la pieza). Finalmente se dejan secar durante 28 días.

Estas piezas entraron con fuerza durante el Modernismo. Los motivos florales y vegetales que se utilizaban tanto en esta corriente, fueron representados en estas baldosas. Los diseños se basaban en la continuidad entre baldosas, es decir, que el dibujo seguía el trazado cuando se colocaban las piezas, formando composiciones como alfombras y cenefas.